sábado, 29 de junio de 2024

Altavoz Parroquial: 30/VI/2024

 XIII DOMINGO ORDINARIO - B

Evangelio de la Misa: Mc 5,21-43

“No temas, ten fe”

    La fama de Jesús va siendo notoria por Palestina, y ya la gente le sigue por doquier, con tenacidad y suma confianza, hasta el punto de exigirle en algunas ocasiones, que les ayude con verdaderos milagros. Una mujer piensa que, con solo tocarle, va a quedar curada, como realmente sucedió. Al mismo tiempo “se acercó un jefe de la sinagoga que se llama Jairo, y al verlo se echó a sus pies, rogándole con insistencia: Mi hija está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva”.
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    Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: “¿Quién me ha tocado el manto?”, le dice:
“Hija tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad”.


    En primer lugar, Señor, nos admiran aquellas gentes,
que movidas por su fe se acercaban a Ti, para alcanzar incluso milagros.
Tu actitud, Señor, concediéndoles lo que pedían, nos anima a acudir
a Ti en todos los momentos y circunstancias de nuestra vida.

    Y a la vez nos sentimos urgidos a mantener y cultivar la vida interior
de trato habitual contigo, de confianza total en tu amor y tu perdón,
y de reconocimiento de tu presencia amorosa en nuestro corazón.
Queremos recordar y saborear tus palabras a la mujer curada:

    “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud”.
Permítenos, Señor, que nosotros también podamos disfrutar de tus bondades;
y guiados por la fe verdadera, trabajemos con más confianza y optimismo,
y esto lo manifestemos en el trabajo ordinario de cada día,
y también en los momentos de prueba, sufrimiento o contrariedad.

    También, Señor, queremos grabar en nuestro corazón las palabras
que dijiste a Jairo, el jefe de la sinagoga: “No temas: basta que tengas fe”.
¡Qué consoladoras, y a la vez estimulantes, estas palabras, cuando
el miedo al qué dirán, el temor a las dificultades, el desánimo por los fracasos
y el furor por las críticas y persecuciones, nos cercan y desconciertan,
y por tanto nos desaniman y desorientan
para vivir con autenticidad la fe, la esperanza y la caridad!

    Al contrario, nos producen gran alegría, esperanza y optimismo
estas palabras tuyas: “No temas”. Gracias, Señor,
por esta lección que nos das con tus palabras y con los hechos.
Que nunca lo olvidemos, y a la vez que en ella nos apoyemos,
para perseverar en la vida cristiana,
como lo han hecho todos los santos y demás cristianos ejemplares.

    Nos dices, Señor, “que la fe mueve montañas”. Lo sabemos
y lo experimentamos en nuestra propia vida cuando somos humildes
y rezamos con confianza y perseverancia cada día.
Haznos, Señor, “mansos y humildes de corazón” para que nunca nos falte
la fe y la confianza en tus palabras y en tu ayuda misericordiosa.











 

 

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