viernes, 25 de febrero de 2022

Cuaresma. Mensaje del Papa.

 

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2022

«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo.
Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a)


 Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma es un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado. Para nuestro camino cuaresmal de 2022 nos hará bien reflexionar sobre la exhortación de san Pablo a los gálatas: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a).

Y le siguen las tres partes del mensaje:

1. Siembra y cosecha

2. «No nos cansemos de hacer el bien»

3. «Si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos»

Que la Virgen María, en cuyo seno brotó el Salvador y que «conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2,19) nos obtenga el don de la paciencia y permanezca a nuestro lado con su presencia maternal, para que este tiempo de conversión dé frutos de salvación eterna.

Roma, San Juan de Letrán, 11 de noviembre de 2021, Memoria de san Martín de Tours, obispo.

FRANCISCO

El texto completo se puede leer, pulsando aquí.
 



lunes, 14 de febrero de 2022

Papa Francisco

 Papa Francisco:   

     «Los santos son amigos con los que muy a menudo tejemos relaciones de amistad» 

        LOS SANTOS, NUESTROS AMIGOS

         (Artículo que publicamos en la HOJA PARROQUIAL impresa, en la que informamos del MOVIMIENTO ECONÓMICO de la Parroquia en el año 2021, y recordamos hacer la APORTACIÓN ECONÓMICA  ANUAL)

   Cada semana en nuestra Hoja Parroquial online, vía INTERNET, que titulamos SURCOS EN EL PARAMO, recordamos algunos santos de los que se celebran durante la semana, que pueden merecer ser conocidos por su actualidad, y por su ejemplaridad, a los que consideramos y llamamos NUESTROS AMIGOS, pues además de ser nuestros maestros y modelos, ellos son también nuestros intercesores si les tratamos – o rezamos- con confianza de amigos y con frecuencia y cariño.
        Además la página SURCOS EN EL PARAMO nos enlaza con el canal de You tube de la Parroquia, que aconsejamos ver, y escuchar cada semana, pues puede ser muy formativo. Lo mejor es suscribirse a ella y cada semana el propio móvil nos anunciará su presencia y la cercanía de la Parroquia con todos.
Haciendo, una vez más, de Altavoces del Papa, recordamos la Audiencia General del miércoles, día 2/II, en la que habló precisamente de la devoción a los santos, a quienes propone como los mejores amigos para nosotros.
        El tema que abordaba era la Comunión de los santos en la Iglesia y lo hacía –así lo destaca- después de hablar durante varios miércoles de la devoción y trato a San José, que él también vive con especial cariño y fervor. Lógicamente para entender y vivir la devoción y trato con los santos, hay que partir de la Comunión de los santos, que él explica perfectamente con su estilo y lenguaje tan asequible, que todos pueden entenderlo, por lo que –como siempre- aconsejamos leer esta alocución y todas las que hace sobre todo los miércoles. Son la mejor catequesis para todo cristiano.
        Aportamos algunos párrafos de ese discurso del Papa Francisco, que expresamente avalan lo que nosotros proponemos cada semana en nuestra Hoja Parroquial SURCOS EN EL PARAMO.
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        “¿Qué es la “comunión de los santos”? El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: «La comunión de los santos es precisamente la Iglesia» (n. 946). ¡Pero mira qué bonita definición! “La comunión de los santos es precisamente la Iglesia”.

         Siempre gracias a Él nosotros formamos un solo cuerpo, dice san Pablo, en el que Jesús es la cabeza y nosotros los miembros (cf. 1 Cor 12,12). Esta imagen del cuerpo de Cristo y la imagen del cuerpo nos hace entender enseguida qué significa estar unidos los unos a los otros en comunión: «Si sufre un miembro —escribe San Pablo— todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte de su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte» (1 Cor 12,26-27).

        Pensemos, queridos hermanos y hermanas: en Cristo nadie puede nunca separarnos verdaderamente de aquellos que amamos porque la unión es una unión existencial, una unión fuerte que está en nuestra misma naturaleza; cambia solo la forma de estar junto a cada uno de ellos, pero nada ni nadie puede romper esta unión.

        En este sentido, la relación de amistad que puedo construir con un hermano o una hermana junto a mí, puedo establecerla también con un hermano o una hermana que están en el Cielo.

        Los santos son amigos con los que muy a menudo tejemos relaciones de amistad. Lo que nosotros llamamos devoción —yo soy muy devoto a este santo, a esta santa— es en realidad una forma de expresar el amor a partir precisamente de este vínculo que nos une.

        Es siempre gracias a la comunión de los santos que sentimos cerca de nosotros a los santos y a las santas que son nuestros patronos, por el nombre que tenemos, por ejemplo, por la Iglesia a la que pertenecemos, por el lugar donde vivimos, etc., también por una devoción personal.

        Y esta es la confianza que debe animarnos siempre al dirigirnos a ellos en los momentos decisivos de nuestra vida. No es algo mágico, no es una superstición, la devoción a los santos; es simplemente hablar con un hermano, una hermana que está delante de Dios, que ha recorrido una vida justa, una vida santa, una vida ejemplar, y ahora está delante de Dios. Y yo hablo con este hermano, con esta hermana y pido su intercesión por mis necesidades.

        Precisamente por esto me gusta concluir esta catequesis con una oración a san José a la que estoy particularmente unido y que recito cada día desde hace más de 40 años. Es una oración que encontré en un libro de oraciones de las Hermanas de Jesús y María, del 1700, finales del siglo XVIII. Es muy bonita, pero más que una oración es un desafío a este amigo, a este padre, a este custodio nuestro que es san José. Sería bonito que vosotros aprendierais esta oración y pudierais repetirla. La leeré:
      

“Glorioso patriarca san José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan graves y difíciles que te confío, para que tengan una buena solución. Mi amado Padre, toda mi confianza está puesta en ti. Que no se diga que te haya invocado en vano, y, como puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder, … porque tú puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder”.

        Yo me encomiendo todos los días a san José, con esta oración, desde hace más de 40 años: es una vieja oración. Adelante, ánimo, en esta comunión de todos los santos que tenemos en el cielo y en la tierra: el Señor no nos abandona”.


«Los santos son amigos con los que muy a menudo tejemos relaciones de amistad»