sábado, 16 de abril de 2022

Tiempo de PASCUA

 PASCUA DE RESURRECCION - C

Lc 24,1-12 (Jn 20,1-9) - Alegría pascual


     Los cuatro evangelistas, como no podía ser de otra manera, narran suficientemente el hecho de la Resurrección de Cristo, o mejor que su cadáver había desaparecido del sepulcro, y que lo vieron resucitado los apóstoles y otras muchas personas.
     Con diversos matices, pero coincidiendo en lo fundamental, los evangelios destacan que las primeras en enterarse de la Resurrección del Maestro fueron unas mujeres, no solo conocidas, sino también muy queridas por Jesús, como se destaca de María Magdalena. Ellas se encargaron de comunicar lo sucedido a los apóstoles, y de divulgarlo. Nos fijamos en la frase resaltada por Lucas, y que se pone en boca del ángel: “¿Cómo buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado”.

__________________________________

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. HA RESUCITADO”.


     Señor, Jesús, lleno de gozo y desbordante de satisfacción

quiero celebrar tu Resurrección de entre los muertos.
A la vez que me alegro con todos los cristianos,
que comparten esta misma fe en tu divinidad y en la Redención que nos ofreces.

     Yo ahora me dispongo, en esta oración, a acompañar a las mujeres

que se acercaron al sepulcro. También yo quiero agasajar tu humanidad,
para sentirme cerca de ella, y desde esa cercanía imitarte mejor
en tus virtudes humanas, y estar más cerca de todas las personas 
que gozan y sufren conmigo, y las que trabajan, 
se divierten y conviven en mi entorno familiar y social.

     Y junto al sepulcro vacío quiero escuchar esas palabras tan profundas
como humanas, tan comprometedoras como ilusionantes:
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado”.
Que no deje de contemplarte clavado en la Cruz por nuestros pecados,
y que tu Cruz –la señal de la Cruz- me acompañe siempre al comenzar
y terminar mis jornadas, y esté presente en todos los lugares
de mi trabajo y diversión, y donde discurre mi vida social y familiar.

     Pero también quiero verte siempre, Señor, resucitado para mi salvación,
y ofreciendo seguridad en mi fe, motivaciones profundas a mi esperanza,
y refuerzo invencible a mis deseos de caridad cristiana.

     ¡Gracias, Señor, por tu Resurrección!
¡Gracias por los ideales de vida que me ofreces al triunfar sobre la muerte!
¡Gracias por la alegría con que me obsequias al verte resucitado!
Que nunca me asuste la muerte, pues Tú has resucitado.
Que nunca me acobarden las dificultades de la vida,
el trabajo, la convivencia, el apostolado, pues Tú has resucitado.
 
     Que nunca me entristezcan las debilidades y pecados,
pues Tú resucitaste, y sigues vivo junto a mí.
Que mi oración sea siempre alegre y comprometida, optimista y confiada,
como corresponde a quien cree en tu Resurrección.

_________________________________________________



II DOMINGO DE PASCUA - C

Jn 20,19-31 - La misericordia divina

     La luminosidad de la Resurrección de Cristo hace exultar de gozo a los cristianos por la seguridad de sus palabras y la confianza que inspira el resucitado. Verle saludando con la paz y asegurando el perdón de los pecados a quien se manifieste arrepentido, produce una gran paz y alegría. Contar siempre con la misericordia divina, que, como paloma divina, ofrece comprensión y acogida cariñosa, y que trae el perdón, la paz y el amor a los corazones, ha llevado a los cristianos –guiados por Juan Pablo II- a considerar este domingo como DOMINGO DE LA MISERICORDIA DIVINA. Además el encuentro con Tomas, el incrédulo, refuerza la fe que se apoya en la humildad y en la verdadera sencillez.
_________________________________________

    "Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.



______________________________________________



III DOMINGO DE PASCUA - C

Jn 21,1-19 - Unidos al Papa

     Parece que al evangelista Juan se le van agolpando de repente y precipitadamente los recuerdos de las apariciones de Cristo, después de resucitado. Con un gran realismo fotográfico y literario sitúa los acontecimientos en los lugares apropiados, y parece reproducir bastantes frases, que probablemente salieron de la boca del Maestro.
     Quien ha tenido la suerte de pasear por aquellas riberas del lago de Genesaret, le resulta muy fácil ubicar estos acontecimientos. Pesca en el lago, noches claras, amaneceres frescos, la lumbre y los peces recién asados, que esperan a los pescadores en la costa, y todos ansiosos de seguir escuchando al Maestro el gran mensaje salvador.
_______________________________________

     "Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”. El le contestó: “Sí, Señor, tu sabes que te quiero”. Jesús le dice:  “Apacienta mis corderos”.





sábado, 9 de abril de 2022

Contemplar la Semana Santa

         SEMANA SANTA   -   CONTEMPLACIÓN

            Pensando en la Semana Santa y en las celebraciones tan particulares de estos días, y tan participadas, de una u otra manera, por miles de personas, creyentes o más agnósticos, ateos o curiosos de la actualidad y de los festejos, una vez más trato de repensar el acontecimiento y unificar criterios que expliquen esta realidad y también que ayuden a entender la Semana Santa y “sentirla” y vivirla mejor, y con más disfrute y provecho tanto los que son sujetos activos como los que se creen meramente pasivos en estas celebraciones, ya sean las propiamente litúrgicas y piadosas, o las espectaculares procesiones que toman, como por asalto, nuestras calles y plazas de ciudades y pueblos, con el asentimiento y satisfacción de todos.


            En primer lugar, creo que ante este fenómeno histórico y social, no se puede despreciar, u obviar como propio de mujeres beatas y hombres blandengues, que tienen donde entretener sus horas libres y sus aficiones. Tanto las autoridades civiles como eclesiásticas reconocen y promueven estas celebraciones, pues encajan perfectamente con el sentir popular de todos. Es verdad que son celebraciones, querámoslo o no, principalmente religiosas por su origen, su organización, y su finalidad, y ciertamente para muchos, creyentes o no, de “vivencias” y sentimientos religiosos profundos.

            Pero también hay que reconocer, aplaudir y disfrutar, pues son celebraciones culturales, de gran belleza artística, teatral, representativa y musical, y además, todo esto engrandecido estéticamente por la piedad, y los sentimientos de los participantes activos y pasivos.

            Y al hablar de esta mezcla y simbiosis perfecta de piedad y estética, de liturgia religiosa y espectacularidad teatral de las celebraciones, me estoy refiriendo al mismo tiempo a todas las celebraciones, pues todas participan de religiosidad, belleza, teatralidad y relaciones y sentimientos compartidos. Cada una en su lugar y momento, y con sus propios rituales: actos litúrgicos y de piedad en las iglesias, procesiones y otros actos más costumbristas por las calles.

            Pero ¿qué es lo que las unifica, y lo que las mantiene y promociona cada vez más, sobre todo las procesiones, que sin duda son las más multitudinarias, pues en ellas se abren las iglesias, y sus imágenes e iconos religiosos, que convierten las calles en lugares de fe y de piedad, de culto y catequesis, de religiosidad íntima y personal, y a la vez compartida por todos con respeto y satisfacción?

            Quizá la respuesta venga por reconocer que estas celebraciones nos ofrecen algo de lo que estamos muy necesitados. Nos ofrecen la posibilidad de la contemplación, lo que supone: silencio interior, mirar y “remirar”, pensar y meditar, reflexionar e indagar por el significado de imágenes, oraciones, gestos, música, etc. para dejarse interrogar por ellas, en el silencio interior, que se convierte -aunque uno no se entere ni lo busque expresamente- en tierra abonada para que destilen y surjan las oraciones y los mejores y más gratificantes sentimientos de bondad, sinceridad, hermandad, compromisos de paz y alegría compartida. Y como de esto estamos todos muy necesitados, pues sin duda puede ser una inmejorable actitud que remueva la conciencia y nos acerque a los hermanos y conciudadanos todos.

            Bienvenida, pues, la Semana Santa con sus liturgias y procesiones, si nos hacen pensar, meditar, reflexionar, rectificar y unir sentimientos y corazones.

            Cada uno desde su altura y profundidad de fe y de religiosidad, en los actos litúrgicos, o en las procesiones, profundizará más o menos en su contemplación, pero todos, aún sin pretenderlo expresamente, se convierten en contemplativos del bien, de la bondad, de la belleza, en definitiva de la Verdad, que emana de quien nos dijo y demostró que era la Verdad y la Vida, y que estaría siempre con nosotros, sobre todo si nos hacemos tierra abonada por la humildad para reconocernos humanos y siempre necesitados, y por la seriedad y la contemplación interior.

            En consecuencia creo que por estos derroteros camina la posibilidad de entender el fenómeno socio-religioso de la Semana Santa, y de participar y disfrutar con ella, y por tanto de celebrar con provecho estos días santos para todos, cristianos o no. Todos disfrutaremos, un año más,  de la contemplación de ritos, ceremonias, oraciones y procesiones y terminaremos más gozosamente felicitándonos la Pascua y celebrándola con especial alegría y fraternidad, de lo que estamos tan necesitados. ¡Feliz Pascua!