sábado, 8 de abril de 2023

Altavoz Parroquial: 16/IV/2023

 Domingo, Pascua de Resurrección  A 

 Mt 26,14-27,66  

¡Cristo resucitó!

   
        La noche del Sábado Santo es la gran noche litúrgica. La comunidad cristiana, orando en vigilia, recuerda y celebra la Resurrección de Cristo, con la Misa de medianoche, y con los ritos que simbolizan a Cristo resucitado: el Cirio Pascual, que ilumina el templo, y por tanto a la asamblea eclesial, reunida en él, con la luz de Cristo Resucitado; y la bendición del agua con que se rocía a los presentes.
        El domingo, la Iglesia reúne a la comunidad cristiana, que no participó en la Vigilia Pascual del sábado, para seguir celebrando a Cristo Resucitado. Y lo hace con la celebración eucarística, pero con especial alegría, paz y hermandad y con felicitaciones mutuas.
        ¡¡Cristo ha resucitado!! ¡¡Aleluya, aleluya, aleluya!!

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        "Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro;  vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos".

    Señor, Jesús, que resucitaste de entre los muertos para nuestra salvación.
La alegría se desborda en mi corazón, para celebrarlo con agradecimiento.

    Gracias, Señor, porque me enseñaste que la muerte es superada por la vida;
que el dolor y el sufrimiento pueden terminar en dicha y felicidad;
que el sacrificio y la mortificación tienen un valor
y eficacia redentores de primer orden.
Que todos los días pueda cantar: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!.

    Quieres, Señor, que vivamos alegres y agradecidos,
orientados por tu Resurrección, y que seamos fieles a tu gracia
y a los compromisos del auténtico amor de Dios.

    Sé que merece la pena, y que es posible porque Tu resucitaste, estás ahora
a nuestro lado y vas siempre con nosotros por el camino de la vida.

    Quiero, Señor, “sentir” tu presencia amorosa en mi vida,
para que nunca me canse de hacer el bien.
Cuando la vida me sonría y sea llevadera,
y cuando se me presente en forma de cruz, de contradicciones y de injusticias.

    Que sepa mirarte clavado en la Cruz, pero que al mismo tiempo te perciba
resplandeciente por la luminosidad de tu Resurrección.

    Que, presente en mi corazón, te testimonie con mi vida
de cristiano ejemplar y apostólico.

    En esta sociedad secularizada quiero que resplandezca
tu Resurrección con mi alegría y generosidad, con mi entrega
y honradez cristiana, es decir con santidad personal y apostólica.

 

 

 

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