sábado, 29 de abril de 2023

Altavoz Parroquial: 30/IV/2023

 ALTAVOZ PARROQUIAL

 4º Domingo de Pascua – A   -   Jn 10,1-10 

         El Buen Pastor

        La parábola del Buen Pastor es una de las más expresivas para conocer a Cristo, y sigue siendo fácilmente comprensible aún en los ambientes poco rurales. Cristo se compara a un Buen Pastor, que cuida de sus ovejas, que somos nosotros. El nos procura cuidado y cariño, alimento y protección. Nos advierte de los peligros de la vida y nos orienta para sortearlos con audacia y seguridad, nos lleva a los mejores pastos, que son su doctrina y su ejemplo y sobre todo el alimento espiritual de la gracia santificante a través de los sacramentos.

      
      Ahora son los sacerdotes y obispos, y el Pastor común, el Papa, quienes hacen las veces de Cristo-Pastor entre nosotros. No se les puede ver y juzgar de otra manera.
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    "Dijo Jesús: “En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta
en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido;  pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas”.


    Señor, que nos aleccionaste con la elocuente parábola
del Buen Pastor, para que mejor te conozcamos, y te tratemos,
y más fácilmente acudamos a Ti.

    Gracias, Señor, por los cuidados que nos proporcionas,
para que el error, o los enemigos de la fe y de la verdad no nos dañen.
Gracias por el alimento de la Palabra de Dios,
que yo debo conocer en profundidad;
y por el alimento de la Eucaristía que nutre y fortalece mi vida interior.

    Deseo participar siempre en la Eucaristía dominical,
y también frecuentemente a diario, pues ahí nos ofreces
la Mesa de la Palabra y la Mesa de tu Cuerpo y Sangre.
Sin ellos sé que no puedo vivir y perseverar en la fe y el amor cristiano.

    Dame hambre de tu Palabra y de tu Cuerpo Eucarístico.
Hazme obediente y fiel a tus enseñanzas, que ahora siguen predicando
los sacerdotes, nuestros pastores en medio del Pueblo de Dios.

    Te pido por el Papa actual, Francisco, el Pastor de toda la Iglesia,
para que sea fiel a su misión y nos aliente con su palabra
y su ejemplo de santidad y entrega.

    Te pido por todos los obispos, sucesores de los Apóstoles,
para apacentar las parcelas de la Iglesia, o Diócesis, que hay en todo el mundo,
para que sean diligentes y valientes defensores de la Palabra de Dios.

    También deseo encomendarte a los sacerdotes:
primero para que no nos falten y por tanto abunden las vocaciones sacerdotales;
y en segundo lugar para que sean ejemplares en su conducta
y en su dedicación de servir al Pueblo de Dios.

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LOS SANTOS DE LA SEMANA, NUESTROS AMIGOS

        (Proponemos un pequeño esbozo de algunos santos o beatos, que celebramos cada semana, y que puedan servir como modelos de vida cristiana, maestros en la fe y en la práctica de la caridad, y en consecuencia intercesores cercanos y asequibles. Queremos que sea una propuesta para leer y conocer más ampliamente sus vidas acudiendo a otras páginas, como santorales que tanto abundan en las redes sociales).

        En esta semana, además de que comenzamos el MES DE MAYO, que deseamos vivir más unidos a la Madre común, la Virgen María, ya el primer día del mes se nos presenta a San José Obrero, como una ocasión más para recordarle, contemplarle, y por su puesto imitarle en esa faceta tan humana como esencial, que es el trabajo profesional como medio de realización personal y social, y de santificación y apostolado. Desde el primer momento que en la sociedad se quiso ensalzar el trabajo como derecho humano esencial y como deber social imprescindible, la Iglesia puso la mirada en San José como modelo también en el trabajo, y como el mejor intercesor para los trabajadores, que en definitiva somos todos.


        También celebramos, el 3/V, miércoles, a otros dos Apóstoles, que conviene mantener su amistad, pues ellos fueron de los primeros “amigos” de Jesús. San Felipe y Santiago, Apóstoles. Del primero sabemos que era de Betsaida, al igual que Pedro y Andrés, había sido discípulo de Juan el Bautista, y llamado por Jesús, le siguió fielmente, hasta dar la vida por El. En cuanto a Santiago, llamado “el menor”, es considerado pariente de Jesús, y fue el primero que rigió la Iglesia de Jerusalén, y también muy pronto recibió la corona del martirio, en la misma ciudad.


AGENDA PASTORAL

        En primer lugar recordamos que esta semana corresponde el JUEVES EUCARISTICO. Con el Santísimo expuesto de 17,30 a 20,30 h. para la oración personal, que puede hacerse durante todo ese tiempo, o -lo que es fácil- acompañar al Señor durante algún rato solamente. Y si es posible, hacerlo en la última hora que dedicamos a la oración comunitaria, para terminar con la Bendición con el Santísimo.
    Y tenemos que destacar que iniciamos el MES DE MAYO, que tradicionalmente se dedica a honrar a la Virgen, pues en este mes en que los campos se visten de flores por la primavera, los cristianos queremos honrar a la Virgen como la flor más bella de la humanidad. Todos los días rezaremos en la Iglesia -al final de la Misa- las tradicionales “flores de mayo”, encomendando a todos los feligreses y sus intenciones personales y familiares. Pero también cada uno puede hacer, cada día, alguna oración especial -un Avemaría, una Salve, etc.- como flor espiritual que “adorna” la imagen de la Virgen, y que llena de bendiciones y gracias especiales de nuestra Madre, la Virgen María. Por tanto, ¡todos los días del mes, una flor espiritual en el altar de la Virgen!










jueves, 20 de abril de 2023

Altavoz Parroquial: 23/IV/2023

     ALTAVOZ PARROQUIAL

    3º Domingo de Pascua – A   -   Luc 24,13-35 

    Camino de Emaús
    Entrañable escena la que relata el Evangelio de la Misa. Unos apóstoles apenados, hundidos y apesadumbrados, por lo ocurrido días atrás en Jerusalén: la Muerte de su Maestro. Aún no creían lo que ya se rumoreaba: que Jesús había resucitado.

    
El se les hace el encontradizo cuando se dirigían a la aldea de Emaus, y aunque no le reconocen de momento, a medida que les va hablando se van entusiasmando con aquel personaje que tan bien conoce e interpreta las Escrituras. Por fin le reconocen cuando, sentados a la mesa para cenar juntos, Jesús muestra su personalidad bendiciendo, o consagrando el pan como la había hecho en la Ultima Cena.

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“Quédate con nosotros, porque atardece, y el día va de caída”.
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos,
tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió, y se lo iba dando.
A ellos se les abrieron los ojos y le reconocieron".


    Señor, que te mostraste resucitado a los apóstoles cuando iban camino
de Emaus. Yo también siento muchas veces dudas y dificultades en mi fe,
y sobre todo a la hora de cumplir las consecuencias prácticas de la fe en mi vida.

    Unas veces son las dificultades del ambiente que me rodea, 
y otras es mi pereza y mi soberbia, que me dominan. 
Te pido, Señor, la humildad suficiente
para escucharte y aprender de Ti, leyendo y meditando el Evangelio,
y escuchando a tus pastores en la Iglesia, que hablan y enseñan en tu nombre.

    Viniste a la tierra, Señor, para salvar a todos los hombres,
y a todos quieres abrirles el tesoro de tus enseñanzas. Quiero disfrutar de tu
mensaje salvador. Solo en él se encuentra la auténtica alegría, y el verdadero
sentido de la vida. Quiero testimoniarlo y difundirlo. Quiero ser apóstol de tu
mensaje de salvación. Precisamente los Apóstoles te reconocieron
al partir el pan, cuando hiciste realidad la Eucaristía,
que ellos ya habían vivido, y “saboreado” en la Ultima Cena.

    Que participe, Señor, frecuentemente en la Eucaristía, o Santa Misa
con la alegría de un encuentro amoroso contigo,
y con la fe y devoción de quien desea intimar con el Dios-Amor,
y alimentarse con el verdadero pan de vida, que enciende los corazones,
para mirar a las altas metas de la santidad personal.

    Señor aumenta mi amor a la Eucaristía: a celebrarla con fe
en la Santa Misa, a recibirla con profunda devoción en la Comunión,
y a adorarla con respeto y agradecimiento en el Sagrario.

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    LOS SANTOS DE LA SEMANA, NUESTROS AMIGOS

        (Proponemos un pequeño esbozo de algunos santos o beatos, que celebramos cada semana, y que puedan servir como modelos de vida cristiana, maestros en la fe y en la práctica de la caridad, y en consecuencia intercesores cercanos y asequibles. Queremos que sea una propuesta para leer y conocer más ampliamente sus vidas acudiendo a otras páginas, como santorales que tanto abundan en las redes sociales).

              En esta semana celebramos varios santos, que por lo menos queremos recordar, pues, aunque sean lejanos en el tiempo, pero su importancia en la Historia de la Iglesia destaca especialmente. En primer lugar, recordamos el 25/IV a San Marcos, evangelista, autor de una de las biografías bíblicas sobre Jesucristo: el Evangelio según San Marcos. Quizá el mas sencillo y breve, pero lleno de encanto por eso mismo. También celebramos, el 26/IV, a San Isidoro de Sevilla, que bien podríamos denominarlo de León, pues si allí fue Obispo ilustre en todos los órdenes: humanos, culturales, pastorales, caritativos, y en tolo ello reflejando una gran santidad de vida (sus otros tres hermanos también se les considera santos); pero en León conservamos sus restos como el mejor tesoro, custodiado por la soberbia Basílica Isidoriana, y por el celo y devoción del pueblo cristiano, que a él acude, y se siente gozosamente atendido y protegido. Tampoco podemos olvidar, el 29/IV, a Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia (1347-1380), que tanto colaboró en la reforma y santidad de la Iglesia en aquellos momentos. Otra biografía más, digna de ser conocida e imitada.

           Y entre los más cercanos a nosotros, tenemos que destacar a San Rafael Arnaiz Barón, monje, que muere con 27 años el 1962. Distinguido estudiante de Arquitectura, y por supuesto, con un corazón enamorado de Jesucristo, decide hacerse monje cartujo en el Monasterio de San Isidro de Dueñas. Aunque fueron pocos años los disfrutados con sus hermanos los monjes, pues por su enfermedad hubo de abandonar el Monasterio en varias ocasiones. Además de su ejemplo de santidad que todos admiraban, nos dejó unos escritos de su vida íntima, que merecen ser conocidos y meditados. San Juan Pablo II lo declaró modelo para los jóvenes por su alegre y generosa disponibilidad para hacer siempre la voluntad de Dios. Fue beatificado el 27/IV/1992 y canonizado el 11/X/2009 por San Juan Pablo II.

                    Y sobre todo, queremos destacar esta semana, el día 28/IV, a Santa

Guianna Bareta Molla (1922-19962). Nace en Magenta, localidad cercana a Milán, en Italia, y se dedica a la medicina, que ejerce con apasionamiento y profesionalidad, al mismo tiempo que se dedica a su familia, esposo e hijos. Por tanto, madre de familia, que, esperando su cuarto hijo, ante la complicación del parto, no dudó en anteponer con amor la vida de la criatura a la suya propia. Todo un ejemplo de madre y esposa, y de valentía y generosidad ante la voluntad de Dios, que fueron como lemas que siempre siguió desde pequeña y que mantuvo en su juventud y en el ejercicio de su profesión. Ya a raíz de su muerte en 1962 fue alabada y aplaudida por San Pablo VI. Por fin fue beatificada el 24/IV/1994, canonizada el 16/V/2004 por San Juan Pablo II.

 



sábado, 15 de abril de 2023

Altavoz Parroquial: 16/IV/2023

 ALTAVOZ PARROQUIAL

2º Domingo de Pascua – A   

Domingo de la Divina Misericordia

Jn 20,19-31 - Tomás, el incrédulo

        El Evangelio de esta día está lleno de enseñanzas: 1º El saludo de Cristo a los Apóstoles al aparecérseles después de haber resucitado: Paz a vosotros; ¿cabe mejor saludo?; 2º Les concede el poder de transmitir la paz de Dios por el sacramento de la Penitencia o Confesión; ¡qué gran regalo para nuestra vida!; 3º Les da la gran lección de la humildad, del todo necesaria para vivir la fe en su
persona y en su mensaje de Amor, Perdón y Misericordia.
        Fue Tomás, el incrédulo, el objetivo directo de esta lección, pero va dirigido a todos. También a nosotros.


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        "Y dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo;
a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados;
a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.

    Señor, que te mostraste, ya resucitado a tus amigos más íntimos,
los Apóstoles, ofreciéndoles el don maravilloso de la paz de Dios.

    Yo también quiero esa paz en mi alma, para que siempre contribuya
a la paz y el entendimiento en los hogares; a la paz y alegría en las diversiones
y en el mundo del trabajo; a la paz y felicidad de todos en la vida social.

    Que no olvide la gran lección: solo con la paz interior en el corazón,
que me proporciona tu misericordia y tu amor,
puedo ofrecer a otros este don y hacerlo realidad en la vida.

    También enseñas que esa paz pasa muchas veces por la Confesión,
es decir, por el reconocimiento de los propios pecados
y debilidades personales con el consiguiente arrepentimiento,
también personal, y el perdón de Dios que en este caso nunca falta.

    Que acuda frecuentemente a este sacramento, y que sea de verdad
apóstol de la Confesión, con mi ejemplo y con mis consejos.
¡Cuantas excusas simples e injustificadas para retrasarla, o despreciarla!

    ¡Cuánto tiempo perdido en la Iglesia y en los apostolados de la Iglesia
por no acercarse los cristianos con más frecuencia a la Confesión,
consintiendo no estar siempre en gracia de Dios!

    Tú me enseñas, Señor, que la fe auténtica se da solo
en los que viven en gracia de Dios, y están unidos a Ti por el amor.
Por eso te pido, Señor, que no me acueste ningún día en pecado mortal.

    Señor, que cuando dude, o me surjan dificultades para creer,
diga con más humildad y confianza, como Tomás: Señor mío y Dios mío.
Y con esta súplica te abordo hoy para que renueve en el corazón
tu paz, tu misericordia y tu amor.


 

 

 

 

sábado, 8 de abril de 2023

Reflexión personal II

 VIVIR la RESURRECCIÓN

        Reflexión personal.  II

        ¡Cristo ha resucitado! Este es el grito jubiloso de los cristianos. Es la gran Verdad, que hace posible la Iglesia, la que inunda los corazones de alegría, amor, entrega y generosidad; la que tranquiliza la mente y le da paz y seguridad: la que transforma los corazones en justicia, perdón y misericordia, en definitiva, la que provoca la santidad cristiana.

        Esta es la gran Verdad, que han vivido los verdaderos cristianos, los santos, así reconocidos por el Pueblo cristiano y ratificados por el Magisterio de la Iglesia como tales. No son los únicos, pero de estos no podemos dudar. Ellos han sido modelos de fe, esperanza y caridad, y ahora también intercesores desde el cielo. Entre ellos hay hombres y mujeres de todas las edades y profesiones, de todas las culturas y países. ¡Qué alegría conocerlos, apreciarlos e imitarlos, y tenerlos siempre como los mejores amigos y más fieles compañeros!

        Lo primero que nos enseñan y nos recuerdan es que todos los cristianos -por tanto, tu y yo- también hemos de aspirar a vivir la Resurrección de Cristo en nuestras vidas, cualquiera que sea nuestra edad, situación, trabajo, o circunstancias ambientales. ¡No solo es posible, sino que es un deber de todos. ¡Vivir siempre con la alegría de la Resurrección!

        Y por supuesto, sigue habiendo muchos cristianos que así viven, disfrutan y comparten con los demás la alegría, la paz, la generosidad, en una palabra: el Amor de Dios, porque están seguros de que Cristo ha resucitado, y camina por la vida con ellos y en su corazón. Quizá -como dice el Papa Francisco- son esos amigos, convecinos, colegas de “la puerta de al lado”.

        Porque Cristo ha resucitado, te digo con el Papa: “No tengas miedo de apuntar más alto, de dejarte amar y liberar por Dios. No tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. La santidad no te hace menos humano, porque es el encuentro de tu debilidad con la fuerza de la gracia. En el fondo, como decía León Bloy, en la vida existe solo una sola tristeza, la de no ser santos”.

                            
                                           ¡¡Cristo ha resucitado, 
                 y está siempre presente entre nosotros!!
                              !!Aeluia, Aleluia, Aleluia¡¡




Altavoz Parroquial: 16/IV/2023

 Domingo, Pascua de Resurrección  A 

 Mt 26,14-27,66  

¡Cristo resucitó!

   
        La noche del Sábado Santo es la gran noche litúrgica. La comunidad cristiana, orando en vigilia, recuerda y celebra la Resurrección de Cristo, con la Misa de medianoche, y con los ritos que simbolizan a Cristo resucitado: el Cirio Pascual, que ilumina el templo, y por tanto a la asamblea eclesial, reunida en él, con la luz de Cristo Resucitado; y la bendición del agua con que se rocía a los presentes.
        El domingo, la Iglesia reúne a la comunidad cristiana, que no participó en la Vigilia Pascual del sábado, para seguir celebrando a Cristo Resucitado. Y lo hace con la celebración eucarística, pero con especial alegría, paz y hermandad y con felicitaciones mutuas.
        ¡¡Cristo ha resucitado!! ¡¡Aleluya, aleluya, aleluya!!

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        "Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro;  vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos".

    Señor, Jesús, que resucitaste de entre los muertos para nuestra salvación.
La alegría se desborda en mi corazón, para celebrarlo con agradecimiento.

    Gracias, Señor, porque me enseñaste que la muerte es superada por la vida;
que el dolor y el sufrimiento pueden terminar en dicha y felicidad;
que el sacrificio y la mortificación tienen un valor
y eficacia redentores de primer orden.
Que todos los días pueda cantar: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!.

    Quieres, Señor, que vivamos alegres y agradecidos,
orientados por tu Resurrección, y que seamos fieles a tu gracia
y a los compromisos del auténtico amor de Dios.

    Sé que merece la pena, y que es posible porque Tu resucitaste, estás ahora
a nuestro lado y vas siempre con nosotros por el camino de la vida.

    Quiero, Señor, “sentir” tu presencia amorosa en mi vida,
para que nunca me canse de hacer el bien.
Cuando la vida me sonría y sea llevadera,
y cuando se me presente en forma de cruz, de contradicciones y de injusticias.

    Que sepa mirarte clavado en la Cruz, pero que al mismo tiempo te perciba
resplandeciente por la luminosidad de tu Resurrección.

    Que, presente en mi corazón, te testimonie con mi vida
de cristiano ejemplar y apostólico.

    En esta sociedad secularizada quiero que resplandezca
tu Resurrección con mi alegría y generosidad, con mi entrega
y honradez cristiana, es decir con santidad personal y apostólica.

 

 

 

sábado, 1 de abril de 2023

Altavoz Parroquial: 2/IV/2023

 Domingo de Ramos – A   Mt 26,14-27,66 

Relato de la Pasión y Muerte de Jesús

        Con este domingo entramos en la Semana Santa. No cabe mejor título para estos días, ya que recordamos y celebramos la Pasión y Muerte de Jesús; y lo que es más importante, la Resurrección, que llena de paz, de esperanza y de optimismo al cristiano.
        Hoy contemplamos a Jesucristo recibido con vítores y aplausos de su gente al llegar a Jerusalén. Serán los mismos que luego, a los pocos días, pedirán su muerte el Viernes Santo. Las autoridades así lo habían determinado con anterioridad y la gente, una vez más, fue manipulada. Gran lección para la Vida, y más cuando queda iluminada por la Resurrección.

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        "Entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: “¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?”. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo".


    Señor, gracias por poder celebrar un año más la Semana Santa.
Quiero aprovecharla bien para aprender de tu ejemplo, y “sentir”
en mi oración y en la celebración eucarística, tu presencia amorosa,
que ilumina, reconforta e ilusiona para cargar con la Cruz de cada Día como Tú,
es decir, con la esperanza y seguridad de encontrarnos
con la luz de la Resurrección.

    No me extraña, Señor, el comportamiento de tus paisanos,
Se dejaron llevar del ambiente, de lo favorable en aquel momento,
de la mentira que siempre mata y destruye.
No supieron ser valientes, sinceros, dar la cara por la verdad,
que sin duda veían en tu persona y tu mensaje.

    ¡Cuantas veces sucede esto en la sociedad actual!
Te pido por los cobardes, los indiferentes, los comodones, los superficiales,
que tanto abundan en la sociedad. Que la luz de tu bondad, que sin duda hay
en todos los corazones, resurja y se expanda en valentía y en generosidad
al contemplarte muerto en la Cruz y luego resucitado.

    Que tu ejemplo, Señor, me aleccione y conmueva para arrepentirme,
una vez más, de mis pecados, y para renovar, en estos días, mi itinerario de
vida cristiana, piadosa, exigente, caritativa y apostólica.

    Y que tu resurrección me inunde de la alegría,
que hace verdaderamente felices a las personas.