viernes, 8 de marzo de 2024

Altavoz Parroquial: 10/III/2024

4º Domingo de Cuaresma - B     Jn 3,14-21

Esperanza cristiana

   Luminosas y esclarecedoras palabras las que se ofrecen a la reflexión de los cristianos. Cristo es presentado como quien vino a salvar lo que estaba perdido, y además a que no perezca ninguno que humilde y sinceramente acepte la fe en el Hijo del Hombre. El no ha venido a condenar a nadie, sino a salvar al 
mundo y ofrecerle la vida eterna. Es, pues, un mensaje cargado de alegría y optimismo, como la Iglesia procura siempre transmitir a lo largo de la historia. Otras interpretaciones pesimistas o condenatorias de lo humano y de lo terreno son ajenas al mensaje cristiano de todos los tiempos.
(Hoy puede leerse el pasaje evangélico del Ciego de nacimiento, ciclo A)
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        Dijo Jesús a Nicodemo: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”.

    Señor, que te mostraste como nuestro Salvador
y con un mensaje henchido de esperanza y alegría.
Me encanta escuchar y meditar estas palabras:
“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su propio Hijo, para que no
perezca ninguno de los que creen en El, sino que tengan vida eterna”.

“Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenarlo,
sino para que el mundo se salve por El”.


    Me hablas, Señor, de perdón, de vida, de salvación, de entrega, de fe.
Palabras que me infunden paz, sosiego, optimismo y esperanza.
No puedo por menos de sentirme agradecido por tus palabras,
y por ese panorama que abres para mi vida de cristiano,
que quiere santificarse y vivir como hijo de Dios.

    A la vez que yo quiero vivir esta vida divina de tu gracia y de tu amor,
y con ese optimismo cristiano, te pido que sepa testimoniarlo
en mis relaciones con los demás,
y que todos los cristianos proclamemos a todos los vientos
que la Iglesia es fuente de vida, camino de paz y concordia, hogar de amor
y familiaridad, escuela de optimismo y alegría, de justicia y santidad.

    Sin duda hay algunos cristianos embargados por la pena, el pesimismo,

la crítica amarga, y la desesperación por falta de fe auténtica,
y de sentido humano y sobrenatural.
Señor, que seamos todos sensatos y humildes,
prudentes y “avispados” para no caer en esas tentaciones.
Al contrario, que siempre me deje guiar por la fe y el amor de Dios,
y nunca me falte el sentido sobrenatural de la vida.
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LOS SANTOS DE LA SEMANA, NUESTROS AMIGOS (10/III/2024)
    (Proponemos un pequeño esbozo de algunos santos o beatos, que celebramos cada semana, y que puedan servir como modelos de vida cristiana, maestros en la fe y en la práctica de la caridad, y en consecuencia intercesores cercanos y asequibles. Queremos que sea una propuesta para leer y conocer más ampliamente sus vidas acudiendo a otras páginas, como santorales que tanto abundan en las redes sociales).

    Esta semana destacamos varios santos, bastante cercanos a nosotros, y por tanto especialmente aleccionadores, por su testimonio de vida, y algunos por su muerte. En primer lugar, el martes, 12/III, recordamos a San Luis Orione (1972-1940), que nace en Pontecurone, de la diócesis de Tortona, Italia. Desde pequeño sintió un gran deseo por servir a los pobres y necesitados. Afán que él cultivo con la buena formación que recibe en su familia y en la parroquia. También de San Juan Bosco, ya que pronto se incorporó al Oratorio de Valdoco. Su plan de ponerse al servicio de los más pobres le lleva a fundar la Pequeña Obra de la Divina Providencia, con lo que abre sus brazos con muchos seguidores para servir a los demás. Después de una vida de caridad y servicio, en el año 1940 le aconsejan retirarse para cuidar sus dolencias en Sanremo. El, con ironía y mejor espíritu, dice: “no es entre palmeras donde deseo vivir y morir, sino entre los pobres, que son Jesucristo”. Fue canonizado por San Juan Pablo II el 16/V/2004.


    También el martes, 12/III, recordamos a los Beatos Rutilio Grande García, sacerdote, jesuita, y a los laicos Manuel Solorzano y Nelson Rutilio Lemus, muy comprometidos con las tareas parroquiales, mártires, asesinados en la carretera entre Aguilares y el Paisnal, en el Salvador, por su defensa de los valores del Evangelio. El padre Rutilio tenía cuarenta y nueve años y en su vida sacerdotal destacó siempre por su servicio a todos y su liderazgo sacerdotal en la defensa de los pobres y necesitados. Manuel tenía setenta y dos años y un corazón grande para echar una mano en lo que hiciera falta, y un corazón en el que cabían todos los parroquianos. Estaba casado y era padre de diez hijos. Nelsón tenía diez y seis años, y una bondad incansable para ayudar a los demás como la haría Jesucristo. A su funeral asistió San Oscar Arnulfo Romero, que pronto sería también asesinado, y en su momento, declarado santo. La beatificación se realizó el 22 de enero de 2022, en San Salvador.
    Por último, recordamos también esta semana, el viernes, 15/III, a San Artémides Zati, (1880-1951) de raíces italianas, pues su familia había emigrado a Argentina, y allí se desarrolla su vida santa y ejemplar. Pronto se hizo asiduo a la Parroquia que llevaban los Salesianos, lo que le inculca una gran devoción a María Auxiliadora. Enferma de tuberculosis y se encomienda a la Virgen; y, al verse curado, le promete dedicar toda su vida a los enfermos. Promesa, que cumple con perfección, convirtiéndose en el enfermero de Cristo, que atiende a todos los enfermos que acuden a él con más confianza que a los médicos, y a los que él busca en el hospital o en sus casas. Se incorpora como coadjutor laico a la Sociedad de San Francisco de Sales, los Salesianos. Fue hombre de fácil relación humana, con una visible carga de simpatía, alegre cuando podía entretenerse con la gente humilde. Pero, sobre todo, fue un hombre de Dios. Artémides Lo irradiaba. Un médico más bien incrédulo del Hospital, decía: «Cuando veía al señor Zatti, vacilaba mi incredulidad». Y otro: «Creo en Dios desde que conozco al señor Zatti». Fue beatificado por San Juan Pablo II, y canonizado por el papa Francisco el 9/X/2022.
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AGENDA PASTORAL
    Recordamos, como las semanas anteriores, que seguimos en el camino de la CUARESMA, que nos orienta y conduce a la celebración del Misterio Pascual, es decir la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, que es la cumbre de todas las celebraciones cristianas. Para ello la Iglesia nos invitaba a prepararnos con el camino cuaresmal, que iniciábamos con la Imposición de la ceniza y la invitación a intensificar en este tiempo nuestra conversión, o actitud permanente de mayor oración -personal y comunitaria-, más exigente penitencia y acogida del perdón de Dios en la Confesión. En definitiva, mayor exigencia en vida interior o espiritual, para foguear nuestro corazón con el amor y la misericordia del Señor, que haga posible la rectitud de vida en la familia, en el trabajo y en la vida social, que genere en todo momento el afán por hacer el bien a los demás siempre y en todo y a ser apóstoles de Jesucristo en nuestra sociedad.


    A estas alturas de la Cuaresma, conviene hacerse ya las preguntas clave para vivir verdaderamente el espíritu cuaresmal: ¿Rezo más y con más devoción, medito la Pasión y Muerte de Jesús (Viacrucis)? ¿Preparo una buena confesión? ¿Procuro participar en la Misa dominical con más devoción, comulgado siempre? ¿Fomento en mi vida el espíritu de penitencia, y la caridad y ayuda a los necesitados? Pues, esta debe ser la propia agenda pastoral para la Cuaresma.
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VIDA CRISTIANA EN EL S. XXI
    Los verdaderos cristianos siempre se caracterizan por la bondad que viven y que difunden en su entorno social y familiar, y también por su espíritu de oración, que es lo que alimenta y refuerza las virtudes humanas en la fe, la confianza en Dios y la caridad con el prójimo. Por ello entendemos, que, precisamente en estos momentos fuertemente secularizados, el Papa Francisco nos haya propuesto a toda la iglesia que el año 2024 sea el Año de la oración, en el marco de la preparación hacia el Jubileo universal de 2025, que tendrá el lema “Peregrinos de la esperanza”.
    De ello hablaremos con frecuencia este año, así como de experiencias vitales de personas o grupos que pueden aleccionarnos, en este rejuvenecimiento gozoso de la fe cristiana. Por el momento, aquí tenemos algunas páginas que pueden servirnos: Para evangelizar, hay que rezar y no de forma superficial; Diez consejos para rezar mejor; Nuevo devocionario católico para llevar en el bolsillo.


 

 

 

 

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