sábado, 20 de mayo de 2023

Altavoz Parroquial: 21/V/2023

 ALTAVOZ PARROQUIAL

7º Domingo de Pascua – A    Mat 28,16-20
 
La Ascensión del Señor

    Por fin ha llegado el momento de la despedida. Jesús sube al cielo en presencia de sus amigos más íntimos, los Apóstoles. Su misión terrena había terminado. Ahora son ellos los que tienen que proseguirla. Y para ello los despide comunicándoles, por fin, plenos poderes para que evangelicen por el mundo entero, y a los que crean los bauticen en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
    Con pena, pero con esperanza en la promesa del Espíritu Santo se retiran a sus tareas, hasta que el Espíritu de Jesús les transforma y les lanza por el mundo, que celebraremos el domingo próximo, Pentecostés.
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    "Acercándose a ellos, Jesús les dijo: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos”.



    Señor, Jesús, que ascendiste a los cielos en presencia de tus discípulos.
Quiero colocarme a su lado para contemplarte subiendo a las alturas,
y sobre todo para escucharte los últimos consejos o consignas que les dejaste.
Sin duda van dirigidas, de alguna manera, a todos los cristianos,
aunque en primer lugar son los apóstoles y sus sucesores,
obispos y sacerdotes los destinatarios inmediatos.

    Señor, me siento urgido a mirar siempre al cielo
y a esperar confiadamente tu ayuda y tu bendición,
pero sobre todo me siento comprometido a ser apóstol
y evangelizador en el mundo que me toca vivir.
Ninguna excusa me aparta, Señor, del camino de la santidad y del apostolado.

    En primer lugar, te pido ser apóstol con mi trabajo bien hecho,
santificado y santificador, con mi vida ordinaria,
compuesta ciertamente, como no puede ser menos, de “pequeñas cosas”,
pero que quiero hacer “grandes” por mi ilusión, alegría y amor de Dios.

    Señor, que cuantos me vean comportarme o escuchen
mis conversaciones, puedan decir: este lee la vida de Jesucristo.
Precisamente porque el ambiente social no hace fácil vivir
como un auténtico cristiano, te pido, Señor, fortaleza, valentía
y perseverancia en el bien, y sobre todo la alegría en los labios
y en la cara porque Tu estás en mi corazón.

    Es la hora de los valientes, de los santos.
Estas crisis sociales son motivadas, en parte, porque carecemos de santos.
Cuenta, Señor, con mi pequeñez, pero con mis mejores deseos
y propósitos de ser fiel a mi vocación cristiana.

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LOS SANTOS DE LA SEMANA, NUESTROS AMIGOS

    (Proponemos un pequeño esbozo de algunos santos o beatos, que celebramos cada semana, y que puedan servir como modelos de vida cristiana, maestros en la fe y en la práctica de la caridad, y en consecuencia intercesores cercanos y asequibles. Queremos que sea una propuesta para leer y conocer más ampliamente sus vidas acudiendo a otras páginas, como santorales que tanto abundan en las redes sociales).

              Destacamos esta semana, en primer lugar, a dos santos, que destacaron por su santidad personal, pero sobre todo por el legado que han dejado, que, como un ríos desbordados, siguen regando el corazón de muchos, y generando una poderosa influencia de caridad y buenas obras.

                Nos fijamos, el lunes 22/V, en Santa Joaquina de Vedruna (1783-1851). Después de una vida prolífica en todos los órdenes en su vida de casada, con nueve hijos, a quienes educó cristianamente junto con su buen esposo; una vez viuda, se siente llamada a practicar más la caridad y entrega a los pobres y necesitados, hasta que siente la llamada de
Dios a agrupar a mujeres que le acompañaban y le seguían para fundar el Instituto de las Hermanas Carmelitas de la Caridad, que muy pronto se extiende, desde Barcelona, por toda España, y otros países. Fue canonizada por Juan XXIII el 12/IV/1959, y de ella y su institución dijo: El proyecto iniciado ayer por Joaquina y sus primeras compañeras sigue vivo hoy en nuevas generaciones de mujeres que, «con la luz de Dios en sus pupilas y la compasión de Jesús en sus entrañas», se encarnan en nuevos lugares del mundo para irradiar esperanza y amor sin fronteras. Hoy están en América, Europa, África y Asia.

        

        También destacamos el viernes, 26/V, a San Felipe Neri (1515-1595), sacerdote que proveniente de una familia acomodada, él prefiere dedicar su vida, con sencillez, alegría y generosidad evangélica, a cuidar y educar a los niños y jóvenes que deambulaban por las
calles de Roma. Así se convirtió en un verdadero padre, amigo y educador de miles de jóvenes pobres y problemáticos. Hace unos años popularizó su figura extraordinaria la película, Prefiero el Paraíso, que merece la pena verla y disfrutarla y, por supuesto sentirse tocado por ese buen ejemplo de santidad, alegría y bondad, que siempre inspira en los espectadores.

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            Y como la santidad cristiana sigue presente entre nosotros, también iremos considerando algunos ejemplos de santidad actuales, los que el papa Francisco llamó “los de la puerta de al lado”. Algunos ya beatificados e incluso canonizados, y otros muchos en estudio y proceso de canonización, que pueden ser ya unos buenos amigos, muy beneficiosos por su ejemplo -en muchos casos de jóvenes- y por la ayuda que pueden proporcionarnos.

Hoy ha llegado a mis manos la estampa de uno de estos jóvenes: Pedro Ballester Arenas, que, además de la oración apropiada en estos casos, dice sobre su vida: “Pedro Ballester nació en Manchester, Inglaterra, el 22 de mayo de 1996. Era el mayor de tres hermanos y sus padres les educaron cristianamente en un hogar lleno de alegría. Desde muy joven destacaba por su valentía y generosidad. Era conocido por su prestigio como estudiante, y por ser buen amigo de todos. En diciembre del 2014, poco después de empezar sus estudios universitarios, fue diagnosticado de un cáncer avanzado en la pelvis. Pedro vio su enfermedad como una oportunidad para abrazar la Cruz de Jesús, y ofrecía alegremente su sufrimiento por el Papa, la Iglesia y todas las almas. Se declaraba un afortunado y se consideraba en los brazos de la Virgen. La fortaleza y serenidad con la que llevó su enfermedad hasta el final inspiró a mucha gente a acercarse a Dios y a la Iglesia. Pedro entregó su alma a Dios el 13 de enero del 2018. Se han recibido relatos de favores obtenidos por su intercesión desde el mismo día de su fallecimiento".

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 AGENDA PASTORAL

          Esta semana solamente tenemos como especial a destacar y recordar el ROSARIO DE LA AURORA, que, como todos los años, tenemos el último sábado del mes de mayo. A continuación celebraremos la Sta. Misa. Será el sábado, 17/V, por la mañana, a las ocho horas. Pediremos especialmente por todas las familias, y también por el Papa Francisco y sus intenciones, y por la santidad de los sacerdotes, y las vocaciones a la vida sacerdotal.











 







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