lunes, 16 de junio de 2025

Altavoz Parroquial: 22/VI/2025

SANTISIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - C

Evangelio de la Misa: Lc 9,11-17

Cantemos al Amor de los amores

    Es hermoso y muy significativo observar cómo ha calado esta fiesta en el pueblo cristiano. Sin pertenecer propiamente a ningún tiempo litúrgico, lo celebrado este día es tan básico teológicamente y tan dinamizador de toda la ascética y la pastoral, que los ritos, celebraciones, cantos, procesiones, manifestaciones artísticas, literarias y folclóricas, se han desbordado, y se podría decir que de un modo imparable, en esta fiesta.
    La jerarquía de la Iglesia lo ha permitido, y el pueblo cristiano se siente feliz con estas celebraciones. Se trata de honrar, adorar, cantar, agradecer solemnemente el misterio de la Eucaristía, no solo con la Santa Misa y la Comunión, sino también con las esplendorosas y solemnes manifestaciones públicas.

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    Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.

    Señor, nos unimos a todo el pueblo cristiano que, 
“como por su cuenta y riesgo”, ha establecido esta fiesta, 
o por lo menos, ha inventado tantos modos
de adorarte, presente en la Eucaristía; y de cantarte y agradecerte
ese favor impagable de estar tan cerca de nosotros; y poder “sentir”
esa cercanía en el Sagrario, y sobre todo en la Santa Misa y la Comunión.

    ¡Gracias, Señor, por este “invento” de la Eucaristía!
Que sepamos corresponder como los santos, y los cristianos más piadosos,
a este don o regalo que nos haces en la Eucaristía.
En el Evangelio de la Santa Misa de este día nos recuerdas
el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces,
con el que alimentaste a las multitudes que te seguían.
¡Que corto queda ese milagro, comparado con el de la Eucaristía,
que instituiste en la Ultima Cena, y que seguimos celebrando los cristianos,
para alimentarnos con el “manjar del cielo,
que encierra en sí todo deleite”, pues te recibimos a Ti mismo!


    Que la Eucaristía sea el centro y el culmen de nuestra vida de cristianos.
Que participemos en la Santa Misa cada día con piedad y devoción.
Que te recibamos en la Comunión con ansias de santidad y deseos de apostolado.
Que te acompañemos todos los días junto al Sagrario con nuestras visitas.
En una palabra: que seamos cristianos eucarísticos. Y, ahora, con tantos cristianos
de todo el mundo, Señor, queremos rezar y “cantar con el corazón”:

    Cantemos al Amor de los amores, cantemos al Señor: Dios está aquí.
Venid, adoradores, adoremos a Cristo Redentor.
Gloria a Cristo, Jesús. Cielos y tierras bendecid al Señor.
Honor y gloria a Ti, Rey de la gloria. Amor por siempre a Ti, Dios del Amor.
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